Voluntad

Abro los ojos con mucho cuidado y miro hacia el enorme ventanal que conduce al balcón. Aún es de noche en Tokio y yo recién me despierto. Me incorporo lentamente en la cama y miro a mi costado derecho. Él duerme a mi lado, su rostro pálido y delicado, pero de facciones duras, se ve relajado y parece salido de un cuento. Todo un príncipe, sin duda alguna.
Sonrío como una tonta ante mi pensamiento previo y me río en voz muy bajita por miedo a despertarlo. A pesar de todo, su respiración sigue su ritmo regular y me siento un poco más tranquila por no haberlo hecho. 
Su cabeza está apoyada en uno de sus brazos, su torso está ligeramente descubierto y es apenas acariciado por la sábana de algodón egipcio que cubre parte de su cuerpo desnudo. Me ruborizo ligeramente y sonrío como una niña tonta al recordar el apasionado encuentro que tuvimos hace apenas unas horas, convencida de que jamás podría cansarme de su cuerpo y las miles de sensaciones que provoca en el mío.
Logro volver a la vida real (que no es más que un constante cuento de hadas en mi caso, y todo gracias a él) cuando recuerdo por qué había despertado en primer lugar: es hora de que me siente a escribir en mi estudio, ya que pronto debo presentar el manuscrito que, por cierto, aún no he terminado. Miro la hora en mi celular y me doy cuenta de que definitivamente tengo que trabajar en mi novela porque ya son pasadas las tres de la madrugada y, a decir verdad, funciono mejor de noche. 
Me destapo lentamente y voy a levantarme de la cama, cuando siento una mano que me agarra el brazo.
Lo escucho que me habla, con mucha determinación en la voz. Sólo se limita a exclamar un monosílabo: 
- No. - 
Giro el rostro y miro en dirección a los oscuros y penetrantes ojos que me observan inquietos en la oscuridad y que sólo puedo ver gracias a las luces de la gran ciudad.
Me ruega con la mirada y yo siento que no puedo contenerme ante su pedido, pero debo cumplir con mis responsabilidades.
- Tengo que trabajar, amor. - Es todo lo que puedo decirle, esperando que no pronuncie palabra alguna para que mi determinación no flaquee.
- No, quedate un rato conmigo, princesa. Sólo un poco más. -
Me acuesta en la cama de nuevo, lenta y cuidadosamente, se posiciona sobre mi cuerpo y me da un suave e inocente beso en los labios, apenas rozándolos, la clase de beso a la que él sabe perfectamente que no puedo resistirme.
- En serio, no puedo. Tengo que presentar el manuscrito en cuatro días. - Intento poner resistencia una vez más, pero ya es casi en vano. Sabe que, una vez más, está por atraparme completamente en sus brazos, en su persona que me vuelve loca y me hace viajar entre el Cielo y el Infierno cada vez que nuestros cuerpos se convierten en uno.
- Un rato conmigo no va a hacer la diferencia. - Da la estocada final y yo le entrego todo el control de la situación.
Mientras sus besos me recorren entera, le confieso casi en un susurro:
- Baka, sí que hace la diferencia, hasta un minuto con vos hace la diferencia... Y que lo sepas, voy a trabajar como una nena feliz todo el día. -
Se ríe en voz muy baja y yo me ruborizo una vez más. No puedo verlo, pero siento y sé que mis mejillas arden.
Me regala una sonrisa llena de suficiencia y amor y yo simplemente me dejo llevar…

Innocent love

I've had all kinds of love, but I've never felt the innocent type of love... 
The innocent love is the love that starts as a casual meeting in funny circumstances to show itself in front of two human beings. Because of this love, you feel safe just by looking into the other's eyes, or by a gentle kiss on the lips, or by feeling the warmth in the sweet embrace of the one you want...
There’s no rush in the innocent love, there's no need for superficial things such as beauty or social status. In the innocent love there's no sex, you simply feel your loved one and try to give them the most pure feeling of pleasure mixed with love and madness.
I think that’s what’s missing in my life, the love that starts by stroking someone’s lips and ends up with two crazy lonely souls becoming one mad love show.