Los mangakas.~

Himitsu y Martín eran dos dibujantes totalmente desconocidos, dos personas que no tenían contacto una con otra, dos seres que vivían en puntas apartadas del mundo y que nunca se conocerían o entablarían una conversación.
Himitsu, una chica de mediana estatura, con una vestimenta un tanto particular que consistía en pantalones negros rasgados, remera de una banda de rock y cabello negro en una cresta que la hacía parecer un chico, vivía en Japón y tenía todo lo que ella soñaba al alcance de sus manos. Pero, su corta edad y su particular forma de vestir y de maquillarse (ojos negros con lentes de contacto azules y mucho delineador negro) no le permitían alcanzar del todo sus sueños. A los veinte años, tenía un trabajo estable, un trabajo que no iba a perder en su vida, vivía sola, tenía un hermoso gato y una enorme biblioteca que le generaba una gran satisfacción. A pesar de todo eso, a ella le faltaba lo más importante: el amor. Himitsu nunca había podido amar a nadie y jamás nadie la había amado; todo lo que ella quería era alguien que la volviera loca y le hiciera olvidar todo y a todos. Pero ese alguien no había llegado... aún.
Una mañana de Abril, Himitsu recibió un llamado telefónico de su jefe, Akira, un hombre japonés de treinta y ocho años, que llevaba a cuestas una familia y tenía un futuro prometedor. Akira le comunicó a su empleada que tenía una semana para armar sus valijas, ya que viajarían a Argentina, a conocer a su competencia, la persona que podía quitarle la chance de publicar sus dibujos como una historia, el que podía arruinar la oportunidad de publicar su manga.
Los dos japoneses viajaron a Buenos Aires y aterrizaron en el aeropuerto internacional. Cuando llegaron al hotel que les daría albergue, ahí estaba esperándolos Martín, un chico alto, de cabello rubio y ojos marrones, con un estilo muy parecido al de Himitsu. La chica lo vio y se enamoró a primera vista, mientras que todo lo que Martín quería hacer era abrazarla porque su aspecto desparejo y debilucho la hacían ver muy hermosa a sus ojos.
Casi sin pensarlo, Martín tomó la mano de la chica japonesa, se inclinó hasta quedar a pocos milímetros de su rostro y le dio un dulce beso en los labios.
- Bienvenida.-
Martín pronunció esas palabras en los oídos de Himitsu, mientras sus brazos la acercaban más a él y los autos circulaban por Avenida del Libertador.




[- Mangaka (漫画家) es el historietista en Japón.]

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